jueves, 8 de marzo de 2012

Poder femenino sobre ruedas: conmemoración del 8 de marzo

Este artículo fue publicado en "Es hora de movernos", en La Jornada Jalisco (espacio de Ciudad para Todos): http://t.co/VcL6AoB

El pasado 3 de marzo, se organizó la "Rodada de altura" en 20 ciudades de la República Mexicana. El evento convocó a mujeres ciclistas, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y exhortaron a las participantes para que acudieran con accesorios femeninos. Muchas de las asistentes fueron fotografiadas ese día con ropa entallada, tacones, minifalda y todo tipo de accesorios que visibilizaron la presencia de las mujeres en las calles, montadas sobre dos ruedas.

El hecho de que se haya organizado como preparación para el 8 de marzo, me ha hecho reflexionar sobre los fundamentos que sustentaron a este evento. Simone de Beavoir y otras feministas como Luce Irigaray, han subrayado las consecuencias problemáticas de concebir a la mujer como un "ser para otro". La autonomía es una experiencia paradójica para muchas mujeres, porque si eres "tirada para adelante", si quieres valerte por ti misma, si no eres delicada o miedosa, las barras de medición en el "femeninómetro" parecen ir a la baja: para mucha gente significa que "te estás volviendo una bitch".

Soy investigadora sobre temas de género desde hace varios años. También integrante de Ciudad para Todos, promotora de una ciudad incluyente. Llevo casi un año usando nuevamente la bicicleta como medio de transporte. En primera persona puedo afirmar que andar en bicicleta es mucho más que un modo más eficaz para moverse de un lugar a otro. Sobre todo si eres mujer. En este país, no son pocas las niñas a las que no se les permite jugar con y como los niños, y que viven con miedo cuando se convierten en adultas: además del miedo subyacente de que no llegue el Príncipe Azul que las salve, está el miedo de hacerse daño, de ser fuerte y ruda cuando es necesario ("eso es de hombres, ni te atrevas"). Usar la bicicleta es un poderoso puente mental, para dar el paso de la pasividad y la codependencia, hacia la autonomía y el empoderamiento.

El hecho de que un grupo de mujeres ciclistas se reúnan en tantas ciudades del país para conmemorar el Día de la Mujer, dice. Y dice mucho. Una de las líderes sufragistas, Susan B. Anthony, dijo en 1896 que la bicicleta era el instrumento más poderoso para emancipar a las mujeres: "le da una sensación de autosuficiencia e independencia desde el momento en que toma su asiento; y adonde quiera que vaya, se puede apreciar la imagen de la desenfrenada femineidad" (http://bit.ly/sFXZIR). Recordemos que en aquella época, las mujeres no podían usar pantalones. Las que se atrevían a andar en bicicleta, lo hacían con vestidos que solían llegar al nivel de los talones.

La "Rodada de altura" fue una oportunidad para despertar la reflexión colectiva sobre las identidades de las mujeres mexicanas. Personalmente hubiera preferido que la convocatoria no incluyera la petición explícita de portar minifalda, tacones y accesorios femeninos, para conmemorar la profunda intencionalidad de quienes dieron los primeros pasos en la lucha por la igualdad entre los géneros. Los accesorios femeninos marcaron en la rodada una diferencia que hizo visible la presencia de las mujeres ciclistas en las calles, pero el mensaje del evento trasciende -o debería trascender- los estereotipos femeninos, porque fue la ocasión para hacer eco a las voces de aquellas obreras, académicas y activistas que se atrevieron a cruzar el puente en la concepción de las mujeres, en un contexto de igualdad y pluralidad.

La bicicleta es una varita mágica, porque suele cambiar la mentalidad de quien la monta. A mí me ha bastado pedalear un poco, para darme cuenta de su enorme potencial como promotor de la igualdad de derechos al transitar en estas calles mexicanas, que no tienen vías para bicicletas. Todos los vehículos somos tráfico, no hay razones para la exclusión. Si la magia surte efecto, la princesa deja de ser protegida contra el adverso mundo y ya no está dispuesta a ser llevada por otro (el coche o la pareja, eso da igual), se convierte en una mujer que sabe moverse por sí misma, que afronta sus miedos y disfruta de la calle.

Andar en bicicleta es vivir expuesta, sin protección. Habemos ciclistas insolentes, evidencia sobre ruedas de que la identidad femenina no es homogénea y además está en constante evolución. Tiramos las murallas del castillo y con nuestros propios pies vamos más allá de nuestro pequeño y protegido mundo, para lanzarnos a la construcción del mundo real; de un mundo incluyente, en el que todos y todas (que me perdone la RAE) podamos caminar con plena conciencia de que somos iguales.

Si alguna acudió el pasado sábado a la rodada como mero acto lúdico, no importa. La movilización colectiva ya comenzó. Y seguirá andado sobre ruedas.

Agradecimientos a:
@nanoberet: por sus sugerencias e información para preparar este editorial. También por haberme contactado con @YoInsolente.
@albertoserdan: por compartir generosamente los artículos sobre feminismo y ciclismo.
@CarlosLz: por ser "mi porrista # 1", primer lector y editor enamorado.
Gracias a @clubdelilith, por crear un espacio para la reflexión crítica sobre el "Feminismo Charro". Gracias a @MargaBritto por sus iniciativas en este grupo, a @zurdacaraza por sus reflexiones que incluyo en este editorial y a este gran grupo en el que compartimos vida y reflexiones.