jueves, 1 de agosto de 2013

Violencia intrafamiliar "extramuros"



El 25 de noviembre es el día internacional de lucha contra la violencia de género. Este día fue elegido en memoria de la muerte de Minerva, Patria y María Teresa Maribal, tres hermanas que eran activistas políticas en la República Dominicana y que fueron asesinadas violentamente por la policía del gobierno del dictador Rafael Trujillo. Recordar las causas por las que se instauró esta fecha conmemorativa, nos exhorta a reflexionar sobre la violencia contra las mujeres en nuestro país. Las hermanas Maribal no murieron por violencia intrafamiliar, pero la violencia de género es una experiencia ordinaria para las mujeres mexicanas y no se circunscribe al ámbito familiar.

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, http://bit.ly/f9yDXa) revela que 78.5% de las mujeres jaliscienses ha padecido algún tipo de violencia, lo cual coloca al Estado de Jalisco en uno de los tres primeros lugares de violencia contra las mujeres. La violencia más frecuente contra ellas es ejercida por el esposo o compañero sentimental (52.8%).

Desde hace varios años me he dedicado a la investigación sobre cuestiones de género y en el trabajo de campo –también en la relación con mujeres a las que estimo- me he encontrado con algunas que evidentemente padecen violencia por parte de sus parejas, pero lo niegan o lo justifican. Los relatos cambian radicalmente cuando esas mismas mujeres se separan de sus parejas: hay un tránsito de la “normalización” hacia la visibilización crítica de su situación anterior. La ENDIREH revela con datos duros esta realidad, ya que 59.3% de las mujeres casadas o unidas aceptaron haber sufrido violencia por parte de sus parejas, un porcentaje preocupante y significativo pero que contrasta con la misma declaración por parte del 74.1% de las mujeres que alguna vez estuvieron unidas.

Al interpretar estos datos podríamos establecer una correlación entre separación y violencia, pero también nos revela que aún en la actualidad las mujeres mexicanas silencian un problema tan grave que compromete su propia integridad física o psicológica. En una encuesta que aplicamos recientemente a 200 mujeres en un municipio de Jalisco, 7% de ellas afirmaban que las mujeres son culpables de que las violenten porque “no atienden bien a sus parejas”, mientras que el 30% coincidió en la misma respuesta con la opción “a veces”.

La violencia intrafamiliar está lejos de generar una sociedad incluyente y la perpetuación de la violencia –en cualquiera de sus manifestaciones- suele derivar en exclusión social. Muhammad Yunus, Nobel de la Paz en el 2006, comentaba que mientras no se trate igualmente a hombres y a mujeres en la estructura social, tendremos una sociedad desequilibrada que pagará con subdesarrollo (http://bit.ly/brr55o). Si en las relaciones de pareja se normaliza la práctica de la dominación y el control por parte del varón sobre las mujeres, no debe resultarnos extraño que a nivel internacional nos encontremos en el lugar 91 en el Ranking Global de Equidad de Género, entre los 128 países que fueron evaluados en el 2010 (http://bit.ly/aCeLlp).  Tampoco debe sorprendernos que países como Noruega y Suecia se encuentren en los primeros lugares en este ranking y que a la vez encabecen el listado de países con el índice de desarrollo humano más alto.

Reconozcamos las consecuencias de la violencia sobre las mujeres, en los hogares y en todo el sistema social de nuestro país. Los desequilibrios intergenéricos e incluso la violencia sobre las mujeres son evidentes también en las instancias gubernamentales que tendrían que velar por la erradicación de la violencia y no lo hacen adecuadamente. No podemos seguir permitiendo que se perpetúen las actitudes cínicas de algunos Ministerios Públicos que reciben con ironías las denuncias de las mujeres cuando son violentadas por sus parejas, además de la insensibilidad de muchos médicos encargados de revisarlas en el proceso.

La desarticulación estatal para atender a las mujeres que padecen violencia intrafamiliar, también termina siendo una doble victimización de estas mujeres por parte de un Estado que no se solidariza con la situación de las víctimas de violencia intrafamiliar; habría que evocar a Bourdieu cuando habla de la violencia simbólica ejercida por el Estado, hasta el grado de vivir en una sociedad que normaliza la incapacidad del gobierno para apoyar adecuadamente a quienes padecen la violencia doméstica. Basta observar el peregrinaje que deben hacer estas mujeres en las diversas instancias que, lejos de apoyarlas con un proceso caracterizado por la impartición de justicia pronta y expedita, las someten a trámites burocráticos interminables.

También es urgente remediar la actual la desarticulación del Consejo Estatal para la Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar (CEPAVI), el cual debe reportar tanto al DIF como a Desarrollo Humano y no cuenta con los recursos suficientes para dar seguimiento a la gran cantidad de mujeres que precisan apoyo en este rubro.  La situación empeora cuando analizamos la situación de las Unidades de Atención para la Violencia Intradoméstica (UAVIS) municipales, conozco algunas que han desaparecido porque el Presidente Municipal “no tenía presupuesto” para pagar la mitad del mínimo sueldo de la directora, porque en su caso también dependen económicamente de CEPAVI y de la Presidencia Municipal en turno.

El Instituto Jalisciense de las Mujeres se ha dado a la tarea de remediar estos huecos en las funciones de los CEPAVIS y UAVIS, por medio de los módulos de atención para apoyar a las mujeres en situación de violencia doméstica. Hago un exhorto para que su tarea vaya más allá de la asistencia pública y continúe consolidando las políticas públicas necesarias para erradicar la violencia en nuestras estructuras sociopolíiticas, laborales y familiares, que atenta contra la dignidad de tantas personas y repercute en el Desarrollo Humano de nuestro país. 

Gandhi decía que "si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro está con las mujeres". Ojalá que este artículo aporte para la reflexión sobre nuestras acciones personales, familiares, sociales e institucionales, sobre esta cuestión que es fundamental para la consolidación de una cultura pacífica e incluyente. 

Artículo dedicado a Leonardo Schwebel, por el “empujón” (sin violencia) que me impulsó a escribir este artículo.


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Dra. Alicia Ma. Ocampo Jiménez

Filosofía del Derecho, Moral y Política; por la Universidad de Valencia
Investigadora, capacitadora y conferencista sobre Ética, Filosofía Política y Género
@AliceOJ en Twitter

VERSIÓN ORIGINAL PUBLICADA PARA GURÚ POLÍTICO, DICIEMBRE DEL 2010. MODIFICADA EN 20013